Por Raúl Enrique Bibiano
"En la vejez seguirán dando fruto"
(Salmo 92,15)
La tristeza y la soledad de las personas adultas mayores en nuestra sociedad es un tema que merece ser abordado con urgencia y sensibilidad. Estas personas, que han dedicado toda una vida al trabajo y a la familia, se encuentran muchas veces en una situación de abandono y desamparo, con pocas opciones de apoyo y compañía.
La falta de empatía hacia los adultos mayores se refleja en la falta de atención y cuidados que reciben por parte de sus propias familias. Muchas veces, son dejados de lado y olvidados en geriátricos o en sus propios hogares, sin la compañía ni el amor que tanto necesitan en esta etapa de sus vidas.
Es triste ver cómo estas personas buscan desesperadamente afecto y compañía en vecinos o conocidos, e incluso en hijos y nietos del corazón, en un intento de sentirse aún vivos y queridos. Se enfrentan a una realidad desoladora, en la que la soledad y el abandono los consume día a día.
Es inadmisible que el Estado pretenda resolver este problema simplemente depositando a los adultos mayores en geriátricos, como si fueran un estorbo que hay que sacarse de encima. Estas personas merecen vivir sus últimos años en compañía y dignidad, siendo parte activa de la sociedad a la que tanto han contribuido.
Es hora de que tomemos conciencia de esta situación y brindemos el apoyo y el cariño que estas personas tanto necesitan. No podemos permitir que sigan siendo invisibilizadas y olvidadas en sus últimos años de vida. Es nuestro deber como sociedad cuidar y proteger a nuestros adultos mayores, brindándoles el amor y la compañía que tanto merecen.
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