Justicia Argentina en Default con la niñez.
Pareciera que las
autoridades judiciales de argentina, han anestesiado sus principios
morales respecto del bienestar de los niños. En tal sentido, se han
olvidado la importancia que significa la dignidad y los valores
primordiales a salvaguardar de los peligros que padecen niñas y niños, tanto afuera como también
dentro del seno familiar.
Tal parece, se esfumó
en una nebulosa, el Interés Superior de la Niñez. Pero lo más
cruel además del olvido sobre dichos preceptos, es la falta de
aplicación de la ley ante los casos de abuso sexual en donde las
víctimas parecieran no encontrar respuestas a sus demandas.
Es allí donde deseo
recordar a las autoridades judiciales especializadas en minoridad,
respecto a la convención del derecho de la niñez, que mediante la
Ley 23.849, aprobada por el Honorable Congreso de la Nación
Argentina el 27 de setiembre de 1990 reconoce dichos derechos inalienables.
En este caso en
particular, donde la menor que solo identificaré como MR de 17 años
de edad, preservándola conforme dicha convención para evitar
revictimizarla, ha resultado víctima de abuso sexual por parte de su
progenitor, conforme lo afirma públicamente la adolescente. El hecho
por demás aberrante e inmoral, habría comenzado a tener lugar a
partir de sus 4 o 5 años de edad, resultando un caso de violaciones
reiteradas que transcurrieron por aproximadamente 12 años.
Desesperada y sin un
apoyo materno que pudiera arribar a una resolución del caso en
primera instancia, MR se vio forzada a concurrir al domicilio de su
progenitor no conviviente sin poder oponer resistencia debido a su
edad, su estado cada vez mas vulnerable y la falta de sano criterio
de una madre que prefirió siempre callar los hechos, a fin de no
perder su sustento dependiente de quien abusaba a su propia hija.
Este tipo de
situación, con certeza se oculta tras las paredes de una infinidad
de hogares argentinos en donde el incesto es como el pan nuestro de
cada día. Pero un día explota y entonces debe actuar la justicia de
inmediato para poner un freno y un castigo ejemplar al que a
sabiendas de todos los impedimentos naturales, legales y humanos,
comete este tipo de atrocidades y, valga lo redundante, con el
agravante se ser practicado en su propia hija.
Yo quisiera que muchos
Juristas, Camaristas, Jueces, Fiscales, Asesores de Menores y
Organismos del Estado, tomen en sus manos esta responsabilidad de
administrar justicia para lo cual ejercen sus cargos. Que no dilaten
las denuncias de los niños o niñas abusados sexualmente por alguno
de sus progenitores y que cumplan con los preceptos del código
ritual, amparando a esa infancia que muchas veces, por no ser
debidamente escuchados por las autoridades a tiempo, terminan
lamentablemente quitándose la vida.
Es por ello que en
esta editorial, quiero brevemente traer a colación un caso en
especial que aun ni se han tomado el trabajo de administrar como
debería ser. El caso de esta menor que expuso su caso ante las
autoridades escolares de su colegio anterior donde mucho se hablaba
de la caridad y del amor, pero donde todo eso, tal parece se termina
en los muros de una institución religiosa.
Fue con posterioridad,
en 2015, que nuevamente después de tanto sufrir desmoralizada, MR
optó por trascender su situación en el nuevo espacio educacional
al que aun concurre y desde donde las autoridades elevaron una
denuncia sobre el caso.
Pero estamos hablando
de una denuncia tan grave como el de violaciones reiteradas por parte
de un padre pedófilo hacia una niña durante 12 años, y aun el
individuo pasea libre y la niña vive atormentada sin siquiera haber
sido convocada a una cámara Gesell.
Entonces, Señores
Funcionarios de la Justicia, yo me tomo el atrevimiento de
formularles estas preguntas: ¿Sentirán remordimiento si MR intenta
nuevamente quitarse la vida y tiene éxito?
¿Sentirán culpa de haber fallado como administradores de
justicia, por omisión?
¿Sentirán
que una adolescente se cansó de sufrir y se quitó la vida porque
nadie hizo a tiempo lo que debía por mandato realizar?
Y para concluir,
Señores Funcionarios de la Nación Argentina, ¿Cuantas niñas en
este mismo instante, deben estar muriendo en vida a manos de un
violador? - No lo se yo, ni creo que lo sepan Ustedes, pero, eso está
sucediendo a cada instante y nadie hace nada para revertir tan
aberrante situación.
No lo digo yo, he
preferido que lean lo que sucede a MR desde su propio texto, de su
desgarro humano y con sus propias palabras demostrativas del severo
desenlace ocasionado por esta situación de inseguridad jurídica por
la que se encuentra esperando una señal de que en nuestro país, se
administra justicia igualitaria.
Nota: (resguardando la
identidad de la niña, se abolió su nombre y el nombre del
progenitor en cuestión)
"Carta a mi abusador, a mi
progenitor: A vos, Á R que abusaste de mí por doce largos años por
cuantas veces quisiste. Me convertí en un juguete, en tu muñeca de
trapo. Hacías lo que querías desde que tenía solo 4 años de
edad.
Intenté suicidarme a los 15 años pero solo terminé internada, fueron años en los que me lastimaba a mí misma pensando que te lastimaba a vos.
Me dabas asco! Y así
todos los hombres pasaron a darme asco, nunca fui una adolescente
normal!! Me tocabas en tu auto, en la cama, hasta en el ascensor
si estaba vacío!!! NO TE CANSABAS NUNCA! Y hasta en el cine
aprovechabas para tocarme las piernas y nunca más volví a usar un
short, siempre voy a ocultar mi cuerpo.
No me cortaba nunca el
pelo porque gracias a eso podía tapar las marcas que me dejabas en
el cuello hijo de puta! Pero ya no te tengo miedo y ya no voy a negar
nada, no me vas a callar! Tengo solo 17 años y no tengo la fuerza
que quisiera pero sí tengo toda mi verdad y no me vas a callar nunca
más!!!!
Para los que no me
conocen: me llamo M, tengo 17 años y soy de Argentina, Buenos Aires.
Como muchos de ustedes soy también una sobreviviente de abuso sexual
infantil por parte de mi padre, empezó cuando tenía 4 años más o
menos, con algo tan inocente como es un oso de peluche. Él tenía un
gorila de peluche y yo una osita y me decía que eran novios y que él
me iba a enseñar cómo había que jugar, Chicho se llamaba el gorila
y Corazón mi osita. Era chiquita pero me acuerdo.
Tiré mil veces a Chicho
con la esperanza de que ahí todo iba a terminar, era tan inocente...
Hasta el año pasado no
había hecho público todo esto, tenía miedo de que me juzgaran, no
sé... ahora ya no.
Hace un tiempo una
persona me dijo que con mis cartelitos o hablando del tema no ayudaba
en nada, tal vez tenga razón pero ¿saben qué? con 17 años no
puedo ayudar como quisiera, solo puedo decirles a todos los
sobrevivientes que NO se callen, me costó mucho entenderlo pero
nosotros no tuvimos la culpa y la vergüenza la tiene que tener
nuestro abusador/a, no nosotros. Por eso doy la cara y les digo a
todos ustedes que si saben de algo no miren para otro lado!
Voy a estar eternamente agradecida con mi colegio por haber denunciado, el único que supo e hizo algo."
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Esta situación planteada aquí, transcurre en el barrio de Villa Urquiza, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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