En solo unos pocos días, Dubai ha experimentado una cantidad de lluvia equivalente a dos años de precipitaciones normales, desencadenando una situación de emergencia sin precedentes en esta pequeña nación.
El aeropuerto internacional de Dubai se encuentra paralizado debido a las inundaciones. Las aguas han alcanzado niveles alarmantes, llegando a cubrir la mitad de los trenes de aterrizaje de las aeronaves comerciales, impidiendo así la normal operación de vuelos y generando un caos logístico en la terminal aérea, que ha dejado momentáneamente de operar.
Las instalaciones del aeropuerto también se han visto afectadas por el ingreso del agua, obligando a las personas a transitar con sus pies sumergidos bajo el líquido. Esta situación, calificada como dramática y apocalíptica, es inédita en la península arábica.
Ante este escenario desolador, es fundamental reflexionar sobre la urgencia de tomar medidas para enfrentar los impactos del cambio climático en nuestras ciudades. Dubái y otras zonas afectadas por fenómenos climáticos cada vez más intensos requieren de un enfoque proactivo y sostenible para adaptarse a estos desafíos.
Es necesario tener en cuenta que la geoingeniería climática, aunque pueda parecer una solución a corto plazo, puede tener consecuencias impredecibles y contribuir a agravar los problemas climáticos. La naturaleza nos está enviando un mensaje claro sobre la importancia de respetar sus ciclos y de trabajar en armonía con el entorno en lugar de intentar controlarlo.
Esta tormenta apocalíptica, dejó al menos 8.000 viviendas destruidas y al menos 19 víctimas fatales.
La situación en Dubái es un recordatorio contundente de la fragilidad de nuestro planeta y de la necesidad imperiosa de tomar medidas concretas para mitigar los efectos del cambio climático.
El futuro de las ciudades frente a eventos climáticos extremos es incierto, pero es nuestra responsabilidad actuar de forma responsable y consciente para proteger nuestro hogar común.
Como corolario de esta terrible situación, algo inesperado está ocurriendo: aproximadamente1.800 millones de árboles han comenzado a crecer en pleno desierto del Sáhara.
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