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jueves, 30 de junio de 2022

San Espiridión de Tremitunte| De pastor de ganado a Santo que luego de varios siglos, continúa realizando milagros


Recopilación historia
Por Raúl Enrique Bibiano




Ciertamente, como vivimos todo el tiempo bombardeados por noticias que muchas veces son por lo general, demasiado tóxicas, es que no tenemos un momento para dar a nuestras vidas, las riquezas espirituales que merecemos todos los Seres Humanos.

Hoy voy a transmitirles algo que vale la pena leer, y para enriquecer el alma de quienes se sientan identificados con la espiritualidad. Esta historia, bien vale la pena conocerla porque nos ayuda a conocer historias poco habituales en los tiempos actuales.

Esta es la historia de San Espiridión de Tremitunte que era un obispo de Chipre. Es considerado santo, taumaturgo y confesor, para la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa.

Breve Biografía

Espiridión nació en una familia cristiana, a finales del siglo III, cerca del mediado del año 270 d/C en Chipre. Se sabe que pasó los primeros años de su vida en el monte, como pastor del ganado de su padre. Sozomeno, que escribió a mediados del siglo V, cuenta que unos bandoleros que intentaron robar una noche el ganado del santo, fueron detenidos por una mano invisible, de suerte que no pudieron ni robar el ganado, ni huir. Espiridión los encontró paralizados a la mañana siguiente, oró por ellos para que recobrasen el movimiento y les regaló un carnero para que no se fuesen con las manos vacías.

Sozomeno relata también que el santo y toda su familia se abstenían de todo alimento varios días durante la cuaresma. En una de esas ocasiones, un forastero se detuvo en casa de Espiridión para descansar un poco. Este vió que el forastero estaba muy fatigado y, como no tenía pan que ofrecerle, mandó cocer un poco de carne de puerco salada y le invitó a comer. El forastero se excusó, diciendo que era cristiano. Entonces el santo empezó a comer para incitar al extranjero a hacer otro tanto y le hizo notar que los preceptos eclesiásticos sólo obligan dentro de lo razonable y que no hay ningún alimento que esté vedado para el cristiano.

Espiridión fue uno de los confesores cristianos a quienes el emperador Maximino mandó sacar el ojo derecho, cortar el nervio y desjarretar la pierna izquierda, y condenó a trabajar en las minas. Permaneció en su destierro durante algunos años, hasta que, tras la muerte de dicho emperador, pudo volver a Chipre, donde ejerció de nuevo el oficio de pastor. Se casó y tuvo una hija. Pero enviudó tempranamente; su hija también murió joven.

Todo lo que Espiridión tenía lo compartía con los prójimos y peregrinos, por lo cual se considera que Dios lo hizo taumaturgo: curaba a los incurables, exorcizaba, paraba la sequía, traía la lluvia, etc. La gente siempre se sorprendía de lo ingenuo que era. Pero él velaba por que se observasen rigurosamente el rito y ceremonias sacramentales y se guardase inalterada la Sagrada escritura. El santo reprochaba a aquellos sacerdotes que en sus sermones perdían la exactitud de las palabras de la Biblia.

En los tiempos del reinado de Constantino el Grande, cuando falleció el obispo de Tremitunte, el pueblo y el clero a una voz aclamaron como sucesor a Espiridión. Aunque él alegaba inútilmente su incapacidad para el cargo, recibió las sagradas órdenes y fue consagrado obispo.

Cuando lo hicieron obispo, no cambió su modo de vida modesta, siguió pastando ovejas y trabajando en el campo. Cada año Espiridión dividía su cosecha en tres partes. Una la repartía entre los pobres, otra la prestaba sin lucro a aquellos que lo necesitaban, y otra la dejaba para su propio mantenimiento. Pero la distribución no la hacía en persona, sino que mostraba a la gente la despensa y decía que tomasen ellos mismos cuanto necesitaran y después devolvieran cuando pudiesen, sin control alguno de su parte.

En 325 participó en el Primer concilio ecuménico de Nicea, donde intervino contra el arrianismo, y en los Concilios de Alejandría en 340 y de Sárdica en 343.[1] Cuando Espiridión se dirigía al Concilio, encontró a un grupo de obispos que se alarmaron mucho pensando que la simplicidad del santo constituía un peligro para la ortodoxia. Así pues, ordenaron a sus criados que degollasen las mulas de Espiridión y de su diácono. Aquella noche, al encontrar a las bestias degolladas, Espiridión no se inmutó, simplemente dijo a su diácono que volviese a pegar las cabezas a los cuerpos, y las bestias resucitaron. Cuando salió el sol, el diácono se dio cuenta de que había pegado la cabeza de su mula, que era baya, al cuerpo de la mula del santo, que era alazana.

Dios reveló a Espiridión la hora de su muerte y, al hablar a los discípulos del amor al Señor y al prójimo, falleció rezando. Falleció el 12 de diciembre de 348 y fue enterrado en el templo de los Santos Apóstoles de Tremitunte.

Milagros

El santo recordaba al Profeta Elías en varios milagros. Con su oración las sequías, frecuentes en Chipre, se trocaban en lluvias, y chubascos excesivos daban paso a un buen tiempo. Una vez calumniaron a un amigo suyo, lo metieron en la cárcel y lo condenaron a muerte; el santo se apresuró a ayudarle, pero en su camino encontró un raudal que por su oración se abrió, dejando pasar al santo y sus compañeros, y el juez al saber del milagro soltó al inocente.

Una noche en la lamparilla de Espiridión el óleo estuvo por acabar y comenzó a apagarse. Por la oración del santo afligido, se llenó milagrosamente de óleo.

En el Primer concilio ecuménico de Nicea, el santo tomó parte en el debate con un filósofo griego que defendía los criterios de arrianismo. Las palabras sencillas y claras del santo derrotaron sus argumentos, y el filósofo se dio por vencido, abrazando la causa de los santos padres. En el mismo concilio, Espiridión mostró ilustrativamente la esencia unitaria de la Santa Trinidad. El tomó un ladrillo que ante los ojos de los participantes se descompuso, saliendo el fuego para arriba, el agua para abajo y la arcilla quedándose en su mano. Así él explicó que tanto, como se unen tres elementos naturales en un solo ladrillo, así las tres personas divinas se unen en una sola Deidad.

El santo curó al emperador Constancio que estuvo a las puertas de la muerte.

En Antioquía, Espiridión resucitó a un bebé de una pagana que luego se desplomó muerta conmovida por el milagro. El santo después tuvo que resucitar a ella también. En 325, su hija Irene escondió las joyas que le habían sido encomendadas para guardar por una matrona y murió un par de días antes de que su padre regresara del Concilio. La matrona le reclamó las joyas al santo, pero éste no consiguió encontrarlo, y resucitó a su hija para que dijera donde las oculto. Después el alma de la chica volvió a abandonar el cuerpo.

Cuando en 340 en Alejandría fue convocado un Concilio, por las oraciones de los santos padres se desmoronaron todos los ídolos paganos, menos uno más importante. Al Patriarca se le reveló en el sueño que el ídolo se quedó para ser deshecho por Espiridión. El Concilio le llamó al obispo que viniera. El santo se embarcó y tan pronto como pisó la tierra el ídolo de Alejandría, junto con todos sus sacrificaderos, se derrumbó.

La isla de Kérkyra, donde reposan las reliquias del santo fue el único territorio de Grecia no conquistado por el Imperio otomano. En 1716 su armada cercó la isla y se preparó para atacar. De repente en el cielo apareció la imagen de un anciano con una espada de fuego, y los turcos se retiraron.

Una vez un náufrago que se estaba ahogando invocó al santo, y en el acto apareció un anciano, asió su mano y lo sacó del agua. Una vez en tierra firme, el hombre se dirigió al templo para dar las gracias a san Espiridión. Hallándose cerca de él alguien le dijo que, por alguna razón, el relicario no se abría. Resultó que en el momento del naufragio los sacerdotes no habían podido abrirlo. Pero cuando el hombre entró en el templo, el relicario se abrió sin esfuerzo y todos los presentes vieron que en los pies del santo había algas marinas.


Sus reliquias incorruptas preservan la blandura y la temperatura constante (36,6 °C) propios del cuerpo humano vivo. Cada vez que le cambian las vestimentas, se ve claramente que están gastadas, aunque el cuerpo permanece intacto en el relicario durante todo el año. Lo mismo se observa con las zapatillas del santo. Se dice que anda mucho, ayudando a la gente.

Veneración

A mediados del siglo VII, cuando comenzaron los ataques de sarracenos, las reliquias del santo se llevaron de Chipre a Constantinopla y, a la caída la ciudad en las manos de turcos en 1453, fueron trasladadas a la isla de Corfú, que en aquel entonces pertenecía a la República de Venecia. El 4 de diciembre de 1577 las autoridades venecianas concedieron un lote de tierra para la construcción del templo en honor del santo. En 1589 las reliquias fueron trasladadas al templo recién construido, donde se encuentran hasta ahora.

Sus reliquias reposan bajo la custodia de la Iglesia ortodoxa helénica en el templo que lleva su nombre en Kérkyra, la capital de la isla. Durante largo tiempo la mano derecha del santo reposó en Roma, regalada al Papa Clemente VIII en 1592, y guardada en la iglesia de Santa María in Vallicella. En 1984 la pasaron a Kérkyra.

San Espiridión es uno de los santos más venerados en la Iglesia ortodoxa y por eso a veces lo comparan con San Nicolás de Mira. Como San Espiridión es particularmente venerado por los corfiotas, en la isla, cuya historia de los seis últimos siglos está inalienable de la estancia allí de las reliquias. Se cree que dos veces salvó la isla de la peste, una vez de la hambruna y una vez de la invasión turca. Los isleños celebran su homenaje cinco veces al año.

A su intercesión suelen acudir especialmente en los casos de dificultades económicas, intervención quirúrgica y enfermedades oncológicas.

Según el santoral ortodoxo su festividad se celebra el 12 de diciembre según el calendario juliano, o el 25 según el gregoriano, el día de solsticio de invierno, y los católicos la celebran el 12 de diciembre, anteriormente el 14 de diciembre.

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