Mr. Donald J. Trump, 45° Presidente Constitucional de los EE.UU
Desde
hace algún tiempo, muchos inmorales de distintos sectores de la
sociedad internacional, parecen descargar sus miserias sobre los
hombros de aquellos que no tienen culpa alguna sobre sus
frustraciones personales o colectivas.
Grupos fascistas y anarquistas, arremeten contra entidades o personas; contra la propiedad ajena, sea o no del estado del país que fuere. Mientras tanto, algunos que aprovechan estas disparatadas situaciones, llenan editoriales denostando al honesto y enalteciendo al que actúa al límite de la Ley o violándola.
No
son pocos, ni tampoco la totalidad, quienes viven husmeando con
envidia demostrada, la fortuna de los otros o sus aciertos o sus
momentos felices. Husmean con el afán de procurar cualquier mínimo error o desliz que pudieran cometer inocentemente para tildarlos y acusarlos de aquello que en realidad no son. Algo que pueda ser llamativo en un enorme titular con el cual, atropellaran y tirarán su imagen por el lodo.
Recientemente,
el Excelentísimo Señor Presidente Donald J. Trump, ha manifestado
frente a los hombres y mujeres de la CIA, que los periodistas “están entre los seres humanos más
deshonestos en la tierra”. Pero lamentablemente y pese a mi admiración hacia su persona, debo expresar mi descontento, porque debió indicar sin filtros a quienes en sí se refería.
Yo estoy en desacuerdo, que el Señor Presidente Trump, generalice al sector del periodismo. No todos los periodistas son
iguales porque, no lo son y yo como periodista independiente, no me
considero ni deshonesto ni igual a los demás o a ellos iguales que a
mi. Tampoco lo son muchos medios que los emplean. Algunos medios
son de tendencia amarillista y otros mas bien ortodoxos o retóricos respecto a lo que publican o pretenden publicar.
Con certeza, es potencialmente creíble que existan periodistas buenos y periodistas malos, pero no se puede incluir a todos en una misma bolsa de gatos pardos.
Aquellos que son corruptos, no son periodistas, deben ser catalogados como delincuentes, si se valen de los medios de información pública por medio de lo cual forman opiniones para denostar a otros a sabiendas que están mintiendo asquerosamente a cambio de recompensas económicas.
Ahora bien, hay algo que deseo expresar como ciudadano libre del mundo: Ayer he disfrutado mucho la asunción del Excelentísimo Señor Presidente Donald J. Trump. Realmente ha sido una verdadera fiesta de la democracia que jamás debemos los libres del mundo olvidar o dejar de aplaudir.
Pero he lamentado que en su país, muchos ignorantes y vacíos de cerebro, hayan ocasionado tantos incidentes y serios disturbios, "eran grupos anarquistas" rompiendo vidrieras o incendiando limousines o contenedores de residuos. Inclusive, agrediendo a oficiales de la Policía que dedica sus vidas para mantener el orden diariamente en el cumplimiento de la ley.
El vandalismo no forma parte de las buenas costumbres de una sociedad civilizada en ningún país del mundo. Mucho menos, cuando un acto que debería ser una fiesta de la democracia, tal como lo veo yo, a la asunción de un Presidente Constitucionalmente consagrado, salen con sus rostros cubiertos y actuando como un ejército, mas bien se asemejan a grupos terroristas.
Las personas o entidades pueden sentirse en desacuerdo con alguna fallida expresión de un candidato o mandatario, pero eso, eso no da lugar a insultarlo ni faltar el respeto a su persona o a su investidura presidencial. Un presidente que asume constitucionalmente, debe ser primeramente respetado por sus conciudadanos y así también, por el resto del mundo.
Sea Demócrata o Republicano, un presidente es la máxima autoridad de una nación y debe ser respetada sin titubeos, máxime cuando recién está recibiendo el mandato de la nación que lo ha visto nacer y crecer.
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| Nuevo look del Despacho Presidencial en la Casa Blanca. |
Desde los EE.UU hacia el mundo, se debe desear el éxito de la Administración Trump, porque de su éxito, dependerá el del resto del mundo.
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